BAHÍA, SOL Y PLAYA



Un día tibio primaveral, estando en la bahía de manga, contemplaba el desplazar de los yates, el juguetear de las olas y la sonrisa del mar; los apacibles rayos solares indicaban el provocar de un tierno día de buceo en la avenida Miramar; después de un rato de derroche en el club de pesca, que mejor que deleitarse, zambullirse y pescar en los muelles de la bahía; miraba al frente y notaba la majestuosa Boca grande y castillo; donde tantas veces competíamos desde el muelle turístico hasta alcanzar cierta latitud distante de la ensenada; En reinantes ocasiones  me desperté en el callejo de los besos, en mi bello ligia éster, meditabundo para gozar la brisa marina, inclinado frente al Mar veía partir las embarcaciones turísticas, cruceros y viajeros en busca de su princesa marina; yo me sonreía al lado de mi bella cartagenera y galanteábamos mediante un beso el celo de las luciérnagas.  Tanto era el encanto del amor que hasta los peses se vestían de sirena para cortejar la pasión de esas noches sin luceros.
Varios mensajes que venían a la orilla, al tomar las bombonas y quitarle el corcho, manifestaban mediante pinceladas al carboncillo lo emotivo del reflejo de nuestro amor. Un pintor de barroco quiso tallar en la proa de su yate el símbolo del amor al plasmar nuestra silueta; fue tan inmensa su emoción que rebautizo su embarcación con el nombre de doncella marina.
Mi linda princesa gozaba con  el oasis que vivíamos, solo murmuraba tú haces parte del encanto de mi felicidad te amo. 




SabanaS!   

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